lunes, 27 de agosto de 2012

Artículos sobre evaluación

LA EVALUACION MUESTRA PARTE DEL CURRICULUM OCULTO DEL PROFESORADO.


La evaluación, dentro de un marco curricular educativo, debe de ser la que dicte las pautas en las que deben girar todo dispositivo pedagógico, y no cambiar una práctica educativa sin antes orientar una evaluación, para que el planeamiento didáctico pueda dar lugar a una pedagogía diferenciada, para considerar la diversidad de necesidades las cuales nos encontramos dentro de un proceso de enseñanza.
Un dispositivo pedagógico debe contemplar en las áreas curriculares la diversidad y girar alrededor de una regulación continua, adecuando procedimientos del profesorado al proceso del estudiante y la autorregulación para que cada discente aprenda, sea más autónomo, y además, continúo en todos los componentes permanentes.
Las principales etapas de la evaluación son la recolección de información, el análisis del informe y juicio sobre el resultado del análisis, la toma de decisiones de acuerdo con el juicio emitido.
Sus principales funciones son el carácter social de selección y de clasificación, en el que el  alumnado se evalúa para ser clasificado por la sociedad, orientándose en su proceso de enseñanza y el carácter pedagógico, en el que se ayuda a mejorar algunas de las partes de un proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por otra parte, la evaluación diagnostica va a determinar la situación de cada alumno al inicio de un proceso de enseñanza-aprendizaje, dictaminando sus necesidades.
Esta  evaluación, se divide en la prognosis (colectivo) y la diagnosis (individual) las cuales son imprescindibles para el diseño y sustentación de un proceso de enseñanza-aprendizaje, esto con relación al profesorado, y a los estudiantes a tomar conciencia de su punto de partida permitiéndoles la exploración y el conocimiento del grado de adquisición de los prerrequisitos de aprendizaje, de las ideas alternativas o modelos espontáneos de razonamiento y de las estrategias espontáneas de actuación, y de las actitudes y hábitos adquiridos con relación al aprendizaje, de las representaciones que se hacen de las tareas que se les proponen.
Halwachs (1975) designó la expresión estructuras de acogida, que indica el conjunto de conductas, representaciones y maneras espontáneas de razonar propias del alumnado en cada estadio de su desarrollo, las cuales se van construyendo básicamente a partir de las expresiones en su vida diaria de su contexto sociocultural.
La evaluación formativa se da por una concepción de la enseñanza en la que los estudiantes van restaurando sus conocimientos y haciendo de sus errores un objeto de estudio, y de sus representaciones y estrategias elaboradas. El profesor con este tipo de evaluación regula el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La evaluación formativa se centra en la regulación de las actuaciones pedagógicas y persigue los siguientes objetivos: la regulación pedagógica, la gestión de errores y la consolidación de los éxitos.
La evaluación sumativa, se da por medio de un instrumento bien elaborado para así medir los conocimientos adquiridos y clasificar socialmente a un estudiante o bien se puede ver como un proceso formativo aunque no sea este su fin.
Según Perrenoud (1991) la base de poder hacer una buena evaluación formativa se fundamenta principalmente en el trabajo de los y las estudiantes, los cuales deberán tomar primordialmente dos estrategias educativas que son: autorregulación de los aprendizajes y la interacción social en el aula.
La idea de que los estudiantes logren aprender a aprender depende del trabajo del profesor, ya que esto facilita el trabajo en el aula. El proceso que Perrenoud (1991) denominó la Auto-socio-construcción del saber se sustenta en los siguientes recursos principales: Auto organización y la interacción social.
La autorregulación de los aprendizajes, entendido como representaciones de las propias capacidades y formas de aprender. Para ello, cada estudiante debe conocer los objetivos en estudio, tener claro el dominio y la planificación por parte de la persona que enseña, así como la disposición para apropiarse de la construcción de su conocimiento.
Comunicación de los objetivos y la representación que de ellos hacen los estudiantes.
En esta etapa se cree necesario involucrar al alumnado en la planificación y en el proceso del aprendizaje, para poder lograr esto, lo necesario es que el profesorado redacte los objetivos de forma que los estudiantes puedan hacer representaciones de ellos, contextualizando las estrategias metodológicas y como ya se mencionó anteriormente, puedan apropiarse y sean capaces de priorizar los objetivos para aprender de forma autónoma.
La anticipación y la planificación de la acción es una predicción sobre el resultado que se obtendrá al realizarse un acto concreto, es el camino para llegar al objeto planteado. Planificar implica combinar tres elementos: el objetivo o finalidad fijada, las operaciones o acciones que le son propias y las condiciones internas de realización. Por tanto, es necesario propiciar situaciones didácticas que faciliten a los y las estudiantes aprender. Porque el profesorado no propicia estrategias pedagógicas que lleven al aprendizaje de las diferentes acciones necesarias para realizar la tarea propuesta.
Los criterios de evaluación son estrategias que constituyen otro de los elementos esenciales del proceso pedagógico, estos se valen de criterios como la autoevaluación, la evaluación mutua y la coevaluación para adquirir dominio de los contenidos y con esto proporcionar seguridad en las operaciones de anticipación y de planificación de la acción, en el cual sobresalen como elementos esenciales la verbalización, explicitación, contrastación y la evolución y mejora de las representaciones.
Un dispositivo pedagógico que complete la regulación continua de los aprendizajes puede ayudar a cada estudiante a progresar en la construcción del nuevo conocimiento, pues se adaptará a sus necesidades y éste deberá contener desde el punto de vista constructivista al menos los siguientes componentes: evaluación diagnóstica inicial, comunicación de los objetivos, comprobación de la representación que cada estudiante hace de ellos, así como la construcción del nuevo conocimiento y aplicación de las nuevas situaciones.
La evaluación es la pieza clave en el proceso pedagógico, que permite reconocer cuáles son las dificultades del alumnado y cuáles son las mejores estrategias para superarlas.

Jaume Jorba, Neus Sanmartí. (1993). Aula de Innovación Educativa.[Versión electrónica]. Revista Aula de Innovación Educativa 20. La función pedagógica de la evaluación.

http://aula.grao.com/revistas/aula/020-la-evaluacion-en-el-proceso-de-ensenanza-aprendizaje--secuenciacion-de-los-contenidos-de-lengua/la-funcion-pedagogica-de-la-evaluacion


LA EVALUACIÓN DEL PROFESORADO UNIVERSITARIO EN ESPAÑA

 La evaluación, en general, y la del profesorado universitario en particular, se manifiesta y se vincula cada vez con mayor frecuencia, con procesos de democratización de las sociedades y de mejora e innovación de la función docente.
Se ha comentado la ausencia de acuerdos respecto a lo que es un buen profesor para cualquier nivel educativo y más aún para la educación superior, ya que no existe acuerdo unánime sobre las finalidades de la enseñanza universitaria. No es de extrañar, por tanto, que la evaluación del profesorado sea todavía un problema con importantes limitaciones, tanto teóricas (diversidad de finalidades y carencia de un modelo de profesor ideal) como prácticas.
En la evaluación del profesorado, se intenta de conseguir una utilidad efectiva del proceso como recurso de promoción y perfeccionamiento, orientándolo a la estimación del nivel de calidad de la enseñanza y de la institución, investigando sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En la práctica evaluativa existen dos modalidades básicas: formativa, de ayuda para el desarrollo profesional del docente y sumativa, con carácter de acreditación o promoción profesional personal.
Son muchos los aspectos a considerar en la evaluación de profesores: qué evaluar, cómo evaluar, qué informes deben elaborarse y qué difusión han de tener, cómo y para qué debe utilizarse la información obtenida, por mencionar algunos.
El objeto de evaluación hace referencia a la unidad evaluada, que de acuerdo con diferentes planes pueden ser organizaciones: Sistema universitario e instituciones programas o titulaciones, y profesores.
La finalidad de la evaluación pueden clasificarse en tres grandes grupos, los sumativos, orientados esencialmente al control y la rendición de cuentas, los formativos, cuya finalidad esencial es la mejora y los mixtos, en los que se combinan consecuencias de ambos tipos en la evaluación.
La puesta en marcha de un sistema de evaluación requiere, la determinación del modelo de profesor requerido, establecer los criterios básicos que deben orientar el proceso evaluativo, los datos y las fuentes a través de un modelo de enseñanza aprendizaje, los indicadores y recursos y las consecuencias del proceso.
El modelo DOCENTIA de evaluación de profesores universitarios se ajusta a cuatro fases, la planificación, la acción, la comprobación y la revisión, considerando tres fuentes de información para su evaluación como son el profesor, con la elaboración de dos documentos: el autoinforme y un autoanálisis de la práctica docente, los responsables académicos, y los estudiantes.
Para la evaluación, se combinan los cuatro criterios generales propuestos por la ANECA: adecuación de las actuaciones del profesor a los requisitos establecidos por la universidad, la satisfacción de los agentes implicados (estudiantes y responsables académicos) con la actividad del profesor, la eficiencia de los logros del profesor, en función de los recursos de los que éste dispone, y la orientación a la innovación docente.
El propósito de la evaluación es generar una valoración global de la actividad docente del profesorado en un periodo de 4 cursos. Los resultados podrán colocarse en tres niveles: positiva, excelente, y no positiva.
Tradicionalmente, la universidad prepara a sus profesores para la función científico–investigadora y descuida la formación para el desarrollo docente. Perry (1992) lo atribuye a dos razones:
La consideración de que la enseñanza es un arte que implica la predeterminación de las cualidades que posibilitan la competencia profesional; por tanto, se otorga un valor escaso o nulo a los programas formativos.
La creencia de que la habilidad para enseñar está asociada al dominio de la materia.
El proceso de profesionalización–formación del docente universitario se debe de basar en la información acumulada a partir de las experiencias de las prácticas evaluativas que actualmente se llevan a cabo en la universidad, principalmente en aquellas en las que se considera la dimensión personal–individual del profesor, reivindicando el carácter formativo de la evaluación del profesorado y su concepción como estrategia de ayuda para su desarrollo profesional y para su profesionalización.
La consecución del objetivo básico del proceso de evaluación del profesorado implica en realidad un doble reto, obtener información objetiva, fiable y válida del quehacer docente del profesor y utilizar dichos resultados para el diseño de estrategias de formación del profesorado.
El concepto de desarrollo profesional debe entenderse como un proceso planificado en el que deberían considerarse varias actividades de desarrollo, además de actividades de formación y evaluación, y así, puede favorecerse si se estimulan las actitudes de mejora en el quehacer docente, a partir de la estimulación de los procesos de innovación metodológica como mecanismo de perfeccionamiento del profesorado y elaboración de pautas para el análisis de la propia.
Dos de las principales consecuencias que en la actividad docente de la universidad pueden darse son la evaluación como estímulo de los necesarios procesos de innovación metodológica en las prácticas docentes universitarias y la evaluación como análisis de la práctica y su potencial como estrategia de investigación educativa útil.

Tejedor, F. J. y Jornet, J. M. (2008). La evaluación del profesorado en España. Revista Electrónica de Investigación Educativa, Especial.

http://redie.uabc.mx/NumEsp1/contenidotejedorjornet.html


LA EVALUACION EDUCATIVA COMO DERECHO HUMANO

Se considera que la evaluación es el único instrumento que supone el acceso igualitario al conocimiento y a las oportunidades disponibles en la sociedad. Garantizar que los niños, jóvenes y adultos estén recibiendo una educación de calidad, requiere de evaluaciones que den cuenta tanto de lo que se aprende, como de las acciones que se desarrollan para su cumplimiento y del contexto en el que ello se desenvuelve.
Se considera que todos los implicados, todas las instancias y todos los niveles de decisión deben ser evaluados, pero, ¿qué características debe tener una evaluación de calidad?
En respuesta a la pregunta anterior, cabe decir que debe de ser impecable y que además debe de ir dirigida a la mejora, a la transformación, aportando informaciones para la reflexión de forma jerárquica, dando lugar a resultados positivos.
Es probable que muchos de los problemas que tienen los sistemas de evaluación y su rechazo, en muchas ocasiones generalizado, es que son instrumentos de represión.
Una evaluación de calidad ha de ser también equitativa y justa. Debe reconocer y asumir la diversidad social y cultural de los estudiantes, para desde allí generar instrumentos y estrategias que permitan evaluar el desarrollo y desempeño de todos y cada uno adecuada y justamente.
La última característica que queremos destacar es que sea adecuadamente comunicada.
Mejorar las evaluaciones que se realizan no sólo en un deber técnico, es una obligación moral.
Parece necesario fomentar la investigación, la reflexión y el intercambio de experiencias de buenas prácticas en evaluación educativa en la región, de tal forma que se consiga una mejor evaluación para una mejor educación.
En la Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa se publica una docena de excelentes y variados artículos en los que algunos de los máximos especialistas de la región en evaluación educativa comparten algo de su sabiduría.
F. Javier Murillo y Marcela Román, donde se aporta una panorámica general de los resultados de aprendizaje de los estudiantes de América Latina y el Caribe a partir del análisis de las evaluaciones nacionales realizadas hasta el momento.
Margarita Poggi, directora del IIPE/UNESCO, donde reflexiona sobre la evaluación educativa, tanto de sistemas educativos (o subsistemas), como de instituciones o de programas educativos.
RIEE publica también el interesante documento preparado por el Grupo de Trabajo de y Evaluación y Estándares acerca de las evaluación estandarizada de los estudiantes a gran escala, tanto nacionales como internacionales
El análisis de los factores asociados al desempeño de los estudiantes dentro de las evaluaciones nacionales como un instrumento para el diseño de políticas públicas, a partir del análisis de los que se hace en Chile es el objeto del artículo de Leonor Cariola, Gabriela Cares y Rosario Rivero, desde el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE).
Paúl Torres aporta información sobre el sistema de evaluación de Cuba. Sistema de evaluación que, acorde con la innegable calidad de su sistema educativo, despierta un gran interés entre los expertos.
Ángela Madrid, evalúa el peso de la cultura escolar en los efectos que logra la implementación de la Jornada Escolar Completa (JEC), uno de los cuatro ejes de la Reforma Chilena. Así, se sostiene que los efectos de este programa en los aprendizajes escolares, varía de acuerdo a la representación que tienen los docentes de la realidad social del niño y del establecimiento. Mientras más negativa sea la representación, será menor el impacto de la JEC.
Una visión de la evaluación institucional universitaria la aporta la profesora e investigadora de la Universitat Jaume I, España, Reina Ferrández, realizando una comparación entre el sistema de auditoría británico y la propuesta española analizando similitudes y diferencias, ventajas e inconvenientes.
Para finalizar, Wagner Bandeira estudia la teoría para analizar la equidad del proceso de evaluación de los estudiantes, mediante su aplicación.
Lo que se pretende es tener una educación de calidad para todos que contribuya a construir una sociedad más justa, equitativa, inclusiva y fraternal.


Francisco Javier Murillo Torrecilla, Marcela Román. (2008). La Evaluación Educativa como Derecho Humano. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa. ISSN 1989-0397, Vol. 1, Nº 1, 2008, pags 1-5.

http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2602495


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